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lunes, 5 de marzo de 2018

Crítica a la Película COCO

CÓMO CONOCER LA TRADICIÓN DEL “DÍA DE MUERTOS”
Y LA FAMILIA MEXICANA POR “COCO” – LA PELÍCULA
Buena crítica analítica ante la realidad reflejada en imágenes en movimiento de nuestras costumbres como pueblos o naciones latinoamericanas.
 Por: Héctor Osaky

La felicidad de muchos mexicanos porque gracias al éxito comercial de la película “Coco” se da a conocer al mundo su tradicional celebración del “Día de muertos” me motivó a expresar mi impresión de dicha tradición desde la mirada de un extranjero común latinoamericano.
Tener la creencia de recibir la visita de los espíritus de los familiares fallecidos en un día concreto del año es algo que puedo entender y con lo que me puedo identificar porque aquí también la tenemos, pero hasta ahí llegan las similitudes. Lo que muestra “Coco” es que al morir pasamos a otra dimensión que no es ni el cielo, ni el infierno, ni el purgatorio. Se parece más a haberse mudado de ciudad donde puedes hacer una “vida” mortal corriente. Incluso se sugiere que tienes la necesidad de conseguir un trabajo para poder adquirir ropa, asistir a espectáculos tipo Broadway, etc., porque en este mundo el capitalismo es algo normal y deseable. Se puede incluso conseguir empleo como “seguridad” para, por ejemplo, las multimillonarias, famosas y glamorosas estrellas del show business del mundo de los muertos que son acosadas por sus fans, y así mantener las diferencias sociales claras; cada quien en su lugar.
Los habitantes de este mundo no tienen ningún tipo de información de lo que pasa con los vivos, salvo ese día del año en que pueden visitarlos, pero solo si tienen la invitación para cruzar la frontera; es como mostrar tu pasaporte visado por los controles de frontera para ingresar a los Estados Unidos e igual de estricto; si no tienes tu visa no pasas. ¿Por qué es tan importante para los muertos cruzar la frontera si la vida es igual de plena y dura en el “más allá”? La publicidad de la película dice que “Coco” tiene el mensaje de unir a la familia; pero lo que en realidad se muestra es que tener la visa es de vida o muerte, literalmente. Si no tienes tu visa significa que te están olvidando y cuando no queda nadie que te recuerde, mueres por segunda y definitiva vez. La sobrevivencia es la más poderosa razón para visitar a la familia viva, para garantizarte el no ser olvido; el efecto colateral es el compartir un momento en armonía con ella, un momento que muchos muertos deciden no utilizar y prefieren emplearlo en las fiestas de moda de su mundo – seguro muchos mexicanos no sabían que mientras están afanados preparando la logística para recibirlos, sus difuntos están de pachanga; es que hay cada familia aburrida.
Visto así, los mexicanos tienen dos posibilidades para garantizarse la eternidad:
1) tener una familia numerosa (quizá solo me llama la atención a mí que la familia de Coco que abarca cinco generaciones apenas pasa de la decena de miembros entre vivos y muertos) y encargarles muy bien que no se olviden poner su foto el “Día de muertos” (la visa) y/o.
2) alcanzar la fama. Esto puede explicar y hasta justificar las decisiones irracionales que se toman en esta vida con tal de coronarse con la fama como las que toma el personaje Enrique de la Cruz: envenena premeditadamente a su colega y compadre de corridas en la carrera al estrellato solamente por unas canciones que en ese momento no valen NADA, solo ofrecen la esperanza de un éxito en el futuro. La primera impresión es que esa acción corresponde a una mente salvaje, dominada por instintos bajos, capaz de llegar a cualquier extremo solo por la pequeña esperanza de lograr reconocimiento; pero teniendo en cuenta que el olvido es la muerte definitiva y que en el “más allá” se “vive” exactamente igual que en el “más acá”, es decir, que si nadie conoce tus acciones inmorales simplemente NO PASA NADA, entonces no es algo tan loco el proceder de De la Cruz, sino más bien es (demoniacamente) inteligente y aprovecha la oportunidad; bajo esas condiciones vale la pena el riesgo. Capaz esto explicaría el por qué la mayoría de los espíritus murieron relativamente jóvenes, y también el estereotipo de los personajes de las telenovelas mexicanas: la mala inteligente y la buena tonta.
El mundo de los muertos de “Coco” parece un enorme centro penitenciario donde entras automáticamente porque moriste y en el que estás condenado a perpetuidad, pero si sacaste el jugo a tus cartas en la vida puedes gozar de grandes beneficios, algo así como un pesado narcotraficante en una prisión latinoamericana. Confirma mi impresión de que este mundo es una cárcel la forma en que el personaje principal, Miguel, es instantáneamente transportado a ella por robo y condenado, aunque como su caso es especial (no murió) tiene el beneficio de ser indultado por la familia esquelética.
Un caso de vida o muerte para el más joven de la familia debería ser más que suficiente razón para tomar todas las acciones posibles para salvarlo sin condiciones; pero en la familia mexicana (según “Coco”) pesa más el resentimiento y el capricho –que hay que asegurar de heredar a las generaciones futuras–. Parecería que solo acontecimientos sobrenaturales pueden cambiar esas posiciones (Suerte con eso. Esas cosas no pasan). Ni siquiera los “guías espirituales” –más parecidos a sabuesos amaestrados que realmente no sirven de nada a la historia– tienen la capacidad de cambiar la opinión familiar.
Como olvidarse de Coco, el personaje que da el nombre a la película: la vemos como una dulce, pequeña y tierna niña y como una dulce, pequeña y tierna ancianita (calculo que de unos 90 años por lo menos por el grado de momificación). Salva el día mostrando cómo el poder de la música rejuvenece su casi perdida memoria y con ello rescata a su padre de su segunda muerte. A muchos les resulta conmovedor el momento en que se reúne con sus jóvenes padres (al morir se pasa al otro lado con la misma edad y achaques) en la metrópoli de los muertos y piensas que es un dulce, pequeño y tierno esqueleto. Pero en un mundo tan frívolo y capitalista, tener una edad tan avanzada es todo un problema y mucho más para la eternidad, y patético si necesitas que tus padres te sigan cuidando.
El arte motiva a hacerte preguntas y usar la imaginación. ¿Cuántos se preguntaron quién fue Coco entre su niñez y sus noventa y todos? ¿Pasó todos esos años (por lo menos 80) esperando que su querido padre aparezca y con su fotografía escondida como un pequeño tesoro? ¿Todos esos años guardando su secreto mientras su familia odiaba y luego olvidaba a su padre? ¿Cómo se transmitió ese odio desde su madre a todas las otras generaciones sin que ella pudiera hacer nada? Es más, se puede calcular que la madre de Coco murió mucho antes de que esta tuviera edad para tener hijos, así que ¿qué clase de persona es Coco realmente para haber sido el eslabón más fuerte en esta tradición de odio y resentimiento? Coco es tanto o más culpable que la matriarca, que inició esta tradición de odio y resentimiento, por su omisión. ¿Tú qué habrías hecho en su lugar? Siempre creí que en la tradicional familia latinoamericana uno puede ser LO QUE SEA, pero la familia es la familia y se protege. (Suena a mafia).
El mensaje que la propaganda dice que da la película –unión familiar– no soporta un pequeño análisis para ver que esa unión es tan disfuncional: artificial e hipócrita como cualquier otra familia de serie gringa.
Hay que ser muy ingenuo y tener algún grado de complejo de inferioridad para estar agradecido con Disney por mostrar al mundo la tradición del “Día de muertos” mexicana. Disney uso esa tradición porque ya era famosa (¿cuántos millones la practican?), para garantizar una millonaria ganancia aprovechando su fama, de lo contrario ni siquiera sabría que existía tal cosa. Y como el interés es netamente comercial había que arreglar un par de cosas primitivas latinas para que el mundo lo entienda y pague por ver.
- ¿Por qué tanto escribir si solo es una película y encima infantil? Simplemente hay que relajarse y disfrutarla. No hay que pensar mucho… sino todo lo contrario.
Cierto que esta película no tiene nada de especial salvo su éxito comercial y eso es lo que me preocupa. Quiere decir que mucha gente en el mundo simplemente está practicando para no pensar, hacerse al loco con muchas cosas para no estropearse el momento de diversión; como dicen Les Luthiers: “El que piensa pierde”.
- ¿Cuál es el problema con despejar la mente un rato?

Yo creo que los procesos mentales para analizar, por ejemplo: una película, son los mismos que utilizamos para analizar nuestro día a día, es más, incluso se necesita mayor agudeza para una película, libro o cualquier obra estética. El arte es el gimnasio para nuestro cerebro, pero si lo vemos como todo lo contrario atrofiamos nuestra capacidad de ver el mundo y sus matices, y tomamos decisiones como… digamos como las que toma Trump que ante el problema de las armas propone como solución más armas.

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