CÓMO CONOCER LA TRADICIÓN DEL “DÍA DE MUERTOS”
Y LA FAMILIA MEXICANA POR “COCO” – LA PELÍCULA
Buena crítica analítica ante la realidad reflejada en imágenes en movimiento de nuestras costumbres como pueblos o naciones latinoamericanas.
Por: Héctor Osaky
La felicidad de muchos mexicanos
porque gracias al éxito comercial de la película “Coco” se da a conocer al
mundo su tradicional celebración del “Día de muertos” me motivó a expresar mi
impresión de dicha tradición desde la mirada de un extranjero común
latinoamericano.
Tener la creencia de recibir la
visita de los espíritus de los familiares fallecidos en un día concreto del año
es algo que puedo entender y con lo que me puedo identificar porque aquí
también la tenemos, pero hasta ahí llegan las similitudes. Lo que muestra
“Coco” es que al morir pasamos a otra dimensión que no es ni el cielo, ni el
infierno, ni el purgatorio. Se parece más a haberse mudado de ciudad donde
puedes hacer una “vida” mortal corriente. Incluso se sugiere que tienes la
necesidad de conseguir un trabajo para poder adquirir ropa, asistir a
espectáculos tipo Broadway, etc., porque en este mundo el capitalismo es algo
normal y deseable. Se puede incluso conseguir empleo como “seguridad” para, por
ejemplo, las multimillonarias, famosas y glamorosas estrellas del show business
del mundo de los muertos que son acosadas por sus fans, y así mantener las
diferencias sociales claras; cada quien en su lugar.
Los habitantes de este mundo no
tienen ningún tipo de información de lo que pasa con los vivos, salvo ese día
del año en que pueden visitarlos, pero solo si tienen la invitación para cruzar
la frontera; es como mostrar tu pasaporte visado por los controles de frontera
para ingresar a los Estados Unidos e igual de estricto; si no tienes tu visa no
pasas. ¿Por qué es tan importante para los muertos cruzar la frontera si la
vida es igual de plena y dura en el “más allá”? La publicidad de la película
dice que “Coco” tiene el mensaje de unir a la familia; pero lo que en realidad
se muestra es que tener la visa es de vida o muerte, literalmente. Si no tienes
tu visa significa que te están olvidando y cuando no queda nadie que te
recuerde, mueres por segunda y definitiva vez. La sobrevivencia es la más
poderosa razón para visitar a la familia viva, para garantizarte el no ser
olvido; el efecto colateral es el compartir un momento en armonía con ella, un
momento que muchos muertos deciden no utilizar y prefieren emplearlo en las
fiestas de moda de su mundo – seguro muchos mexicanos no sabían que mientras
están afanados preparando la logística para recibirlos, sus difuntos están de
pachanga; es que hay cada familia aburrida.
Visto así, los mexicanos tienen
dos posibilidades para garantizarse la eternidad:
1) tener una familia numerosa
(quizá solo me llama la atención a mí que la familia de Coco que abarca cinco
generaciones apenas pasa de la decena de miembros entre vivos y muertos) y
encargarles muy bien que no se olviden poner su foto el “Día de muertos” (la
visa) y/o.
2) alcanzar la fama. Esto puede
explicar y hasta justificar las decisiones irracionales que se toman en esta
vida con tal de coronarse con la fama como las que toma el personaje Enrique de
la Cruz: envenena premeditadamente a su colega y compadre de corridas en la
carrera al estrellato solamente por unas canciones que en ese momento no valen
NADA, solo ofrecen la esperanza de un éxito en el futuro. La primera impresión
es que esa acción corresponde a una mente salvaje, dominada por instintos
bajos, capaz de llegar a cualquier extremo solo por la pequeña esperanza de
lograr reconocimiento; pero teniendo en cuenta que el olvido es la muerte
definitiva y que en el “más allá” se “vive” exactamente igual que en el “más
acá”, es decir, que si nadie conoce tus acciones inmorales simplemente NO PASA
NADA, entonces no es algo tan loco el proceder de De la Cruz, sino más bien es
(demoniacamente) inteligente y aprovecha la oportunidad; bajo esas condiciones
vale la pena el riesgo. Capaz esto explicaría el por qué la mayoría de los
espíritus murieron relativamente jóvenes, y también el estereotipo de los
personajes de las telenovelas mexicanas: la mala inteligente y la buena tonta.
El mundo de los muertos de “Coco”
parece un enorme centro penitenciario donde entras automáticamente porque
moriste y en el que estás condenado a perpetuidad, pero si sacaste el jugo a
tus cartas en la vida puedes gozar de grandes beneficios, algo así como un
pesado narcotraficante en una prisión latinoamericana. Confirma mi impresión de
que este mundo es una cárcel la forma en que el personaje principal, Miguel, es
instantáneamente transportado a ella por robo y condenado, aunque como su caso
es especial (no murió) tiene el beneficio de ser indultado por la familia
esquelética.
Un caso de vida o muerte para el
más joven de la familia debería ser más que suficiente razón para tomar todas
las acciones posibles para salvarlo sin condiciones; pero en la familia
mexicana (según “Coco”) pesa más el resentimiento y el capricho –que hay que
asegurar de heredar a las generaciones futuras–. Parecería que solo
acontecimientos sobrenaturales pueden cambiar esas posiciones (Suerte con eso.
Esas cosas no pasan). Ni siquiera los “guías espirituales” –más parecidos a
sabuesos amaestrados que realmente no sirven de nada a la historia– tienen la
capacidad de cambiar la opinión familiar.
Como olvidarse de Coco, el
personaje que da el nombre a la película: la vemos como una dulce, pequeña y
tierna niña y como una dulce, pequeña y tierna ancianita (calculo que de unos
90 años por lo menos por el grado de momificación). Salva el día mostrando cómo
el poder de la música rejuvenece su casi perdida memoria y con ello rescata a
su padre de su segunda muerte. A muchos les resulta conmovedor el momento en
que se reúne con sus jóvenes padres (al morir se pasa al otro lado con la misma
edad y achaques) en la metrópoli de los muertos y piensas que es un dulce,
pequeño y tierno esqueleto. Pero en un mundo tan frívolo y capitalista, tener
una edad tan avanzada es todo un problema y mucho más para la eternidad, y
patético si necesitas que tus padres te sigan cuidando.
El arte motiva a hacerte
preguntas y usar la imaginación. ¿Cuántos se preguntaron quién fue Coco entre
su niñez y sus noventa y todos? ¿Pasó todos esos años (por lo menos 80)
esperando que su querido padre aparezca y con su fotografía escondida como un
pequeño tesoro? ¿Todos esos años guardando su secreto mientras su familia odiaba
y luego olvidaba a su padre? ¿Cómo se transmitió ese odio desde su madre a
todas las otras generaciones sin que ella pudiera hacer nada? Es más, se puede
calcular que la madre de Coco murió mucho antes de que esta tuviera edad para
tener hijos, así que ¿qué clase de persona es Coco realmente para haber sido el
eslabón más fuerte en esta tradición de odio y resentimiento? Coco es tanto o
más culpable que la matriarca, que inició esta tradición de odio y
resentimiento, por su omisión. ¿Tú qué habrías hecho en su lugar? Siempre creí
que en la tradicional familia latinoamericana uno puede ser LO QUE SEA, pero la
familia es la familia y se protege. (Suena a mafia).
El mensaje que la propaganda dice
que da la película –unión familiar– no soporta un pequeño análisis para ver que
esa unión es tan disfuncional: artificial e hipócrita como cualquier otra
familia de serie gringa.
Hay que ser muy ingenuo y tener
algún grado de complejo de inferioridad para estar agradecido con Disney por
mostrar al mundo la tradición del “Día de muertos” mexicana. Disney uso esa
tradición porque ya era famosa (¿cuántos millones la practican?), para
garantizar una millonaria ganancia aprovechando su fama, de lo contrario ni
siquiera sabría que existía tal cosa. Y como el interés es netamente comercial
había que arreglar un par de cosas primitivas latinas para que el mundo lo
entienda y pague por ver.
- ¿Por qué tanto escribir si solo
es una película y encima infantil? Simplemente hay que relajarse y disfrutarla.
No hay que pensar mucho… sino todo lo contrario.
Cierto que esta película no tiene
nada de especial salvo su éxito comercial y eso es lo que me preocupa. Quiere
decir que mucha gente en el mundo simplemente está practicando para no pensar,
hacerse al loco con muchas cosas para no estropearse el momento de diversión;
como dicen Les Luthiers: “El que piensa pierde”.
- ¿Cuál es el problema con
despejar la mente un rato?
Yo creo que los procesos mentales
para analizar, por ejemplo: una película, son los mismos que utilizamos para
analizar nuestro día a día, es más, incluso se necesita mayor agudeza para una
película, libro o cualquier obra estética. El arte es el gimnasio para nuestro
cerebro, pero si lo vemos como todo lo contrario atrofiamos nuestra capacidad
de ver el mundo y sus matices, y tomamos decisiones como… digamos como las que
toma Trump que ante el problema de
las armas propone como solución más armas.
La felicidad de muchos mexicanos
porque gracias al éxito comercial de la película “Coco” se da a conocer al
mundo su tradicional celebración del “Día de muertos” me motivó a expresar mi
impresión de dicha tradición desde la mirada de un extranjero común
latinoamericano.
Tener la creencia de recibir la
visita de los espíritus de los familiares fallecidos en un día concreto del año
es algo que puedo entender y con lo que me puedo identificar porque aquí
también la tenemos, pero hasta ahí llegan las similitudes. Lo que muestra
“Coco” es que al morir pasamos a otra dimensión que no es ni el cielo, ni el
infierno, ni el purgatorio. Se parece más a haberse mudado de ciudad donde
puedes hacer una “vida” mortal corriente. Incluso se sugiere que tienes la
necesidad de conseguir un trabajo para poder adquirir ropa, asistir a
espectáculos tipo Broadway, etc., porque en este mundo el capitalismo es algo
normal y deseable. Se puede incluso conseguir empleo como “seguridad” para, por
ejemplo, las multimillonarias, famosas y glamorosas estrellas del show business
del mundo de los muertos que son acosadas por sus fans, y así mantener las
diferencias sociales claras; cada quien en su lugar.
Los habitantes de este mundo no
tienen ningún tipo de información de lo que pasa con los vivos, salvo ese día
del año en que pueden visitarlos, pero solo si tienen la invitación para cruzar
la frontera; es como mostrar tu pasaporte visado por los controles de frontera
para ingresar a los Estados Unidos e igual de estricto; si no tienes tu visa no
pasas. ¿Por qué es tan importante para los muertos cruzar la frontera si la
vida es igual de plena y dura en el “más allá”? La publicidad de la película
dice que “Coco” tiene el mensaje de unir a la familia; pero lo que en realidad
se muestra es que tener la visa es de vida o muerte, literalmente. Si no tienes
tu visa significa que te están olvidando y cuando no queda nadie que te
recuerde, mueres por segunda y definitiva vez. La sobrevivencia es la más
poderosa razón para visitar a la familia viva, para garantizarte el no ser
olvido; el efecto colateral es el compartir un momento en armonía con ella, un
momento que muchos muertos deciden no utilizar y prefieren emplearlo en las
fiestas de moda de su mundo – seguro muchos mexicanos no sabían que mientras
están afanados preparando la logística para recibirlos, sus difuntos están de
pachanga; es que hay cada familia aburrida.
Visto así, los mexicanos tienen
dos posibilidades para garantizarse la eternidad:
1) tener una familia numerosa
(quizá solo me llama la atención a mí que la familia de Coco que abarca cinco
generaciones apenas pasa de la decena de miembros entre vivos y muertos) y
encargarles muy bien que no se olviden poner su foto el “Día de muertos” (la
visa) y/o.
2) alcanzar la fama. Esto puede
explicar y hasta justificar las decisiones irracionales que se toman en esta
vida con tal de coronarse con la fama como las que toma el personaje Enrique de
la Cruz: envenena premeditadamente a su colega y compadre de corridas en la
carrera al estrellato solamente por unas canciones que en ese momento no valen
NADA, solo ofrecen la esperanza de un éxito en el futuro. La primera impresión
es que esa acción corresponde a una mente salvaje, dominada por instintos
bajos, capaz de llegar a cualquier extremo solo por la pequeña esperanza de
lograr reconocimiento; pero teniendo en cuenta que el olvido es la muerte
definitiva y que en el “más allá” se “vive” exactamente igual que en el “más
acá”, es decir, que si nadie conoce tus acciones inmorales simplemente NO PASA
NADA, entonces no es algo tan loco el proceder de De la Cruz, sino más bien es
(demoniacamente) inteligente y aprovecha la oportunidad; bajo esas condiciones
vale la pena el riesgo. Capaz esto explicaría el por qué la mayoría de los
espíritus murieron relativamente jóvenes, y también el estereotipo de los
personajes de las telenovelas mexicanas: la mala inteligente y la buena tonta.
El mundo de los muertos de “Coco”
parece un enorme centro penitenciario donde entras automáticamente porque
moriste y en el que estás condenado a perpetuidad, pero si sacaste el jugo a
tus cartas en la vida puedes gozar de grandes beneficios, algo así como un
pesado narcotraficante en una prisión latinoamericana. Confirma mi impresión de
que este mundo es una cárcel la forma en que el personaje principal, Miguel, es
instantáneamente transportado a ella por robo y condenado, aunque como su caso
es especial (no murió) tiene el beneficio de ser indultado por la familia
esquelética.
Un caso de vida o muerte para el
más joven de la familia debería ser más que suficiente razón para tomar todas
las acciones posibles para salvarlo sin condiciones; pero en la familia
mexicana (según “Coco”) pesa más el resentimiento y el capricho –que hay que
asegurar de heredar a las generaciones futuras–. Parecería que solo
acontecimientos sobrenaturales pueden cambiar esas posiciones (Suerte con eso.
Esas cosas no pasan). Ni siquiera los “guías espirituales” –más parecidos a
sabuesos amaestrados que realmente no sirven de nada a la historia– tienen la
capacidad de cambiar la opinión familiar.
Como olvidarse de Coco, el
personaje que da el nombre a la película: la vemos como una dulce, pequeña y
tierna niña y como una dulce, pequeña y tierna ancianita (calculo que de unos
90 años por lo menos por el grado de momificación). Salva el día mostrando cómo
el poder de la música rejuvenece su casi perdida memoria y con ello rescata a
su padre de su segunda muerte. A muchos les resulta conmovedor el momento en
que se reúne con sus jóvenes padres (al morir se pasa al otro lado con la misma
edad y achaques) en la metrópoli de los muertos y piensas que es un dulce,
pequeño y tierno esqueleto. Pero en un mundo tan frívolo y capitalista, tener
una edad tan avanzada es todo un problema y mucho más para la eternidad, y
patético si necesitas que tus padres te sigan cuidando.
El arte motiva a hacerte
preguntas y usar la imaginación. ¿Cuántos se preguntaron quién fue Coco entre
su niñez y sus noventa y todos? ¿Pasó todos esos años (por lo menos 80)
esperando que su querido padre aparezca y con su fotografía escondida como un
pequeño tesoro? ¿Todos esos años guardando su secreto mientras su familia odiaba
y luego olvidaba a su padre? ¿Cómo se transmitió ese odio desde su madre a
todas las otras generaciones sin que ella pudiera hacer nada? Es más, se puede
calcular que la madre de Coco murió mucho antes de que esta tuviera edad para
tener hijos, así que ¿qué clase de persona es Coco realmente para haber sido el
eslabón más fuerte en esta tradición de odio y resentimiento? Coco es tanto o
más culpable que la matriarca, que inició esta tradición de odio y
resentimiento, por su omisión. ¿Tú qué habrías hecho en su lugar? Siempre creí
que en la tradicional familia latinoamericana uno puede ser LO QUE SEA, pero la
familia es la familia y se protege. (Suena a mafia).
El mensaje que la propaganda dice
que da la película –unión familiar– no soporta un pequeño análisis para ver que
esa unión es tan disfuncional: artificial e hipócrita como cualquier otra
familia de serie gringa.
Hay que ser muy ingenuo y tener
algún grado de complejo de inferioridad para estar agradecido con Disney por
mostrar al mundo la tradición del “Día de muertos” mexicana. Disney uso esa
tradición porque ya era famosa (¿cuántos millones la practican?), para
garantizar una millonaria ganancia aprovechando su fama, de lo contrario ni
siquiera sabría que existía tal cosa. Y como el interés es netamente comercial
había que arreglar un par de cosas primitivas latinas para que el mundo lo
entienda y pague por ver.
- ¿Por qué tanto escribir si solo
es una película y encima infantil? Simplemente hay que relajarse y disfrutarla.
No hay que pensar mucho… sino todo lo contrario.
Cierto que esta película no tiene
nada de especial salvo su éxito comercial y eso es lo que me preocupa. Quiere
decir que mucha gente en el mundo simplemente está practicando para no pensar,
hacerse al loco con muchas cosas para no estropearse el momento de diversión;
como dicen Les Luthiers: “El que piensa pierde”.
- ¿Cuál es el problema con
despejar la mente un rato?
Yo creo que los procesos mentales
para analizar, por ejemplo: una película, son los mismos que utilizamos para
analizar nuestro día a día, es más, incluso se necesita mayor agudeza para una
película, libro o cualquier obra estética. El arte es el gimnasio para nuestro
cerebro, pero si lo vemos como todo lo contrario atrofiamos nuestra capacidad
de ver el mundo y sus matices, y tomamos decisiones como… digamos como las que
toma Trump que ante el problema de
las armas propone como solución más armas.
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