Fuga en dos colores
De repente, después de mucho, vuelvo a oír la bella melodía, oírla, de por sí escenifica recuerdos de mi paso y espera del impresionante barco azul en las Costas del Pacífico, antes que fuera la manifestación de aquella catastrófica tormenta anunciada desde dos o tres semanas antes, la que hizo temblar a todos los humanos habitantes alrededor del planeta.
Claro, en esa espera me
acompañó un buen libro, una historia de amor puro, de superación, además de
discernimiento narrada con exquisitez en cada una de sus palabras sobre la vida
en etapa juvenil; inevitables encuentros que jamás dejarán de suceder entre un
hombre y una mujer en ese pasaje maravilloso de la vida es lo que relata, para
luego estos encuentros transformar en realidades más profundas, más sublimes,
por encima de las adversidades, por arriba de las bardas, aquellas creadas en
el imaginario de uno; "La última tarde", titulaba, con solo
leer el título, además, en algo me identificaba, por poco y narraba mi
historia.
Ahora aquella melodía revive esos momentos de
travesía, cada nota, de por sí me transporta justo a aquel momento cuando
sentado en la piedra me hallaba como espectador de las olas marinas, como
admirador de las gaviotas y su vuelo sin final, como público de las tortugas y
leones marinos, además de su espectáculo peculiar solo para mí; más después, el
canto sereno y acrobáticas demostraciones de los delfines también solo para el
deleite de mis ojos. Momentos únicos por primera vez en mi intrascendente
existir.
Sería La última tarde,
mí contemplar de aquellos espectáculos cuando esperaba al Impresionante Barco
Azul y su almirante el capitán Lundin, además de su tripulación, para luego
en él y con la guía de aquél capitán llegar a mi destino final al otro lado del
océano; La última tarde, como el título de aquel libro del escritor
Bryan Barreto, un aficionado a abrir caminos derechos a través de sus letras y
reflexiones para la sociedad actual, veía cómo el sol se escondía en occidente como
nunca antes, más lento de lo normal, y la luna cobraba presencia en oriente,
también como obligado. El mundo parecía detenerse en aquel instante.
Pero ahora, mis oídos no
evitan escuchar la suavidad de aquellas notas venidas de algún lado, trato de llegar
dónde es su origen, sin lograr dar con aquello ¿Qué me está sucediendo? Y al
encontrarse mis oídos en la acción de escuchar, sé que aquella melodía titula: “Fuga
en dos colores” ¿Cuáles son esos colores?; de por sí percibo el blanco
y negro ¿Serán esos? La última tarde, fuga en dos colores ¿Qué
representa el encuentro de estos dos mundos totalmente distintos el uno del
otro? Y al final como neutral interventor, aquél por quien con paciencia esperaba,
el Impresionante Barco Azul al mando de su capitán el almirante de
origen lundinés.
Me intriga este
acontecimiento inusual, ¿por qué no puedo dejar de oír aquella melodía? ―Fuga en dos colores,
La Última Tarde, Impresionante Barco Azul―. Ahora ya tres mundos
unidos para un mismo propósito, sin importar cuales son los colores, salvaguardarme
de la feroz tormenta, además bajo la guía de mis maestros ya de navegar en alta
mar, prepararme para la segunda batalla a la que fui desafiado en plena manifestación
voraz de aquella tormenta en octubre de 2020.
Todo eso revive para bien
cuando escucho Fuga en dos colores, me
hace sentir como si en ese mismo momento me encontrara, me hace ver a los
delfines y su canto sereno, su magnífica demostración en conjugación con las
olas de la mar.
Con ello, si anoche no fue,
seguro mi descanso esta vez como en aquella oportunidad en las orillas del mar
será agradable, aliviaré el dolor de... además de... que siento; a decir eso
atina mi espíritu de ermitaño, mi alma de niño. Eso siente mi corazón de visionario
inmortal, mi sangre de guerrero invencible.
28 de agosto, de
2024
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