Los poetas
Los verdaderos poetas son la poesía misma, una encarnación pura de lo que este arte exige; un contraste absoluto con los falsos poetas, incapaces de habitar y reflejar su esencia. Porque la poesía no es un oficio aprendido, sino una marca de nacimiento que transforma al individuo en un ser humano de sensibilidad radical y, al mismo tiempo, de una crueldad exquisita. Esa dualidad, ese filo entre lo sublime y lo brutal, es la chispa que da origen a su creación.
La poesía es inasible, indefinible, al igual que el poeta. Son fenómenos efímeros, como destellos o estrellas fugaces que apenas logran rozar nuestra comprensión. Y si soy honesta, son pocos los que realmente he conocido. En cambio, abundan los pretenciosos, aquellos que se envanecen por “escribir bien”, sin comprender que la poesía jamás ha sido cuestión de técnica. La poesía necesita alma, un espíritu que sacuda las entrañas del pensamiento y que jamás pase inadvertido.
Muchos se
autodenominan poetas, pero no son más que pálidas imitaciones de otros, copias
fallidas de figuras célebres. Algunos incluso osan creerse sus reencarnaciones.
Pero, ¿cómo distinguir al verdadero del impostor? Solo en la más absoluta
soledad uno puede saber si la poesía le habita en los huesos, como un gusano
que le devora y le hiere en cada movimiento.
____*____
Papel
Escribir con honestidad es un acto quirúrgico: abres la piel, desenvuelves la carne y ofreces al mundo el núcleo palpitante de lo que eres. Los lectores, esos forenses, examinarán tu verdad, la bendecirán o la repudiarán como un bocado amargo. Tal Vez tus palabras nunca logren perforar la coraza de muchos; tal vez solo consigan revelarte a ti mismo en un verso tan crudo como la fecha inscrita en tu lápida.
Me pregunto si, al ser arrancado del útero de mi madre, mi primer pensamiento fue sobre el color de las manos que me alzaron o sobre la profundidad de los ojos que me miraron. ¿Vi una estrella en ese instante? ¿O solo la transparencia brutal de lo real? ¿Era sinceridad o un espejismo, una mentira primordial envuelta en luz?
Si la honestidad es tan ardua como el nacimiento o como la muerte, entonces, al bajar el telón de la vida, ser honesto contigo mismo es un desafío, y aún más con el arte.
—Vanessa
Giacomán—
Poeta y narradora
boliviana contemporánea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario