En mis zapatos
―Memorias de un ermitaño―
El año está acabando, un veinte veinticinco
con muchos desafíos inesperados enfilados desde diferente ángulo en mi
transitar durante estos 365 días.
Paralelo a ello, gratitud en mí ser por cosechar amigos también desde diferentes latitudes en nuestro continente, del sur, también el norte, en algún momento surgió en el este, de igual forma en oeste. Por ello me siento con vida, con fortaleza en mí ser. Claro, hubo momentos en los que sentía que no podía más, las fuerzas me habían abandonado.
Sentía no poder levantarme más, pero ahí
estaban ellos, dirigiéndome la mirada, y con ella pronunciando en silencio: «eres
un guerrero, vencedor de mil batallas, y esta, no puedes perder, entonces
levántate y desenvaina la espada de la fortaleza, de tu cinto de la verdad, y
vence al vil opresor de tu alma, nosotros te ayudaremos». Palabras más sabias
como la de las Sagradas Escrituras no pudo haber, en los labios de quienes caminaron
conmigo en este lapso.
Es así paso a paso, en momentos con mucha
lentitud voy finalizando este recorrido, quizás con el compromiso no cumplido
al cien por ciento este año, aquello trazado a inicios, no completados
justamente por esas luchas, relacionadas a mi salud, estas que me hicieron…, me
siguen haciendo pasar momentos de desaire; no me la esperaba, sin embargo estoy
seguro, así está escrito en las páginas de la vida esta memoria, mi historia,
mi ‹Leyenda Personal›, como diría el rey Salem en el libro
“El Alquimista”, del escritor Paulo Coelho.
De todas formas, ahí voy, tratando de
sonreír, no tanto de mentiras, como en ocasiones anteriores a son de broma
referí, —alguna vez sí he sonreído de verdad durante este año—, eso, gracias a
aquella maravillosa cosecha de amigos, ellos siempre ingeniándose para sacarme
una sonrisa hasta cuando me carcomía el malestar, por eso los llevo a cada uno
de ellos en un lugar especial de mi corazón como a Cristo el nazareno, mi
hermano mayor, mi amigo por siempre.
Finaliza este año, hago una ligera
retrospección, entonces replico lo dicho por muchos de forma sana: —solo
aquel que se pone en tus zapatos, sentirá lo que sientes, lo demás después de
eso, es pura charlatanería—. Fue expresado desde diferente perspectiva y en
diversas facetas. —Solo aquel…,—
En las últimas horas surgió algo hermoso en
ese sentido, no me lo esperaba.
—Se cómo te sientes con respecto a tu salud
—dijo—, entiendo tu realidad, porque también yo me encuentro en lo mismo, a
veces sin fuerzas a punto de tirar la toalla. Pero te veo a ti y cómo a pesar
de cómo te encuentras, sigues de pie, eso me da fuerzas, también para no
rendirme. ¡Inspiras fuerza del alma! ¡Cómo no estimarte por eso?
—¡Oh, gracias por la mirada con esa
perspectiva saludable —fue mi respuesta con gratitud por reflejar fuerza interior
para aquella persona parada en mis zapatos—. Son pocas quienes ven desde ese
ángulo, tú eres una de ellas. De verdad, muchas gracias.
—De las muchas personas conocidas, tú, a
pesar de las adversidades en tu delante, mantienes cordura, conservas coherencia,
respeto, además de calma en tu ser. Y todo eso es digno de admirar. Te admiro
por reflejar todo eso, por inspirar una sonrisa a pesar de las dificultades que
nos quiera derribar como seres humanos.
Tras aquella breve conversación enmarcada
en profunda reflexión, concluimos en un abrazo, con los deseos de un «feliz
año nuevo 2026».
No dejando de sonreír, en el año que pronto
a de iniciar; o más bien, ya inició. Seguiré transitando llevando adelante la
misión que se me fue encomendado. El legado de la esperanza a través de mis
escritos en este 2026.
¿Quiénes me acompañan? Los espero en el
camino, para ir juntos de la mano, como amigos, como familia, con nuestro
hermano mayor Cristo el Nazareno por delante.
Feliz inicio del año 2026,
son los genuinos deseos de Efraín M. Alaka, ‹El Ermitaño›.

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