Mi paz, no está en paz
Estos días, mi paz interior, mi alegría rebosante
fue perturbada inesperadamente.
Cuando llego de mi viaje, me entero que mi fiel amigo había sido envenenado, no pudo escapar de esa tragedia y falleció.
Mi paz, no está en paz
Estos días, mi paz interior, mi alegría rebosante
fue perturbada inesperadamente.
Cuando llego de mi viaje, me entero que mi fiel amigo había sido envenenado, no pudo escapar de esa tragedia y falleció.
Después de un par de años, en haber hecho una pausa en mi recorrido con los libros, por situaciones que casi me desvían de este camino maravilloso, me siento muy feliz de haber regresado por aquellas regiones andinas del país; primero fue Oruro, luego Potosí y, finalmente, Llallagua; lugares donde el calor humano es acogedor, regiones donde la hospitalidad es de ponderar; en esta oportunidad quiero resaltar el esfuerzo que se hizo para llevar adelante actividad de esta naturaleza, a las que las autoridades le dan poca importancia. En algunas regiones, hasta no quieren ni que se lea un libro y, decomisan bajo la consigna de que no es permitido.
A un día más de un año, sucedió algo insólito, un hecho repudiable que cometieron las autoridades municipales de aquel entonces, en mi contra; aquel 03/10/2020, del que ahora me gustaría hablar mucho, a la vez, nada; porque al final he entendido que hablar de ellos, es como hablar de "PERROS DOBERMÁN", entrenados para agredir al indefenso. Digo eso porque además en aquella oportunidad, estuve en una situación delicada de salud, a días de hospitalizarme; a ellos les valió un... comino. Me mordieron como esos perros DOBERMÁN sin amo.