Inesperadas sorpresas
Van y vienen sin premuras, sin atavíos
estos que en mí perduraron desde cuando descubrí que mi misión sería aquella,
la de inculcar mensajes de esperanza y superación, historias de motivación
plena en diferentes ámbitos de vida del ser humano.
Muy bien recuerdo de aquellos años cuando me trazaba publicar solo dos obras literarias, una que venía escribiendo todavía cuando me encontraba en aulas de un colegio, no olvido aquella etapa con el manuscrito en mano, momentos desagradables, también de elogio, claro. Eso ya es otra historia.
Y otra obra proyectada
para más adelante en la que se narraría aquella historia, la mía desde mi
concepción. El principal motivo para ingresar a este mundo mágico de narrar
historias en un libro.
Con esas dos obras
cerraría la faceta de escritor y continuaría con lo que supuestamente estaba
destinado para mí. Un sueño común, desarrollo y desenvolvimiento en la
sociedad, claro y, además de formar un hogar con la elegida por mi corazón,
encontrada por mi alma serena.
Ya último año en secundaria de forma
alternativa por temas de salud que hasta aquel tiempo se había agravado a año
que pasaba. Y es cuando de forma inesperada, inspirada en situaciones de aquel
momento surge la inquietud por escribir otro libro, paralelo al anterior,
apoyado principalmente en sentimientos encontrados, en el despertar de
emociones, para terminar con inquietudes florecientes en mí corazón, aquellos
que necesitaba liberar. La mejor manera fue escribiendo, hasta con lágrimas que
de ser evitados no escapaban.
En esa etapa me fui alineando y dándome
cuenta que, escribiendo podía desahogarme de manera sana, donde el papel a
través del lápiz se convertía en mi mejor compañía. Una forma de terapia para
mi ser contrito al no encontrar de otro modo el consuelo.
Así, años más tarde logro concretar
aquel libro más bien, titulado: ‘Luz María, luz de amor’, del segundo borrador,
llegando a publicar en una fecha muy especial de septiembre en el año 2012, con
las gestiones realizadas por miembros de una sociedad de escritores a la que me
habían invitado a formar parte.
Mientras, el primer borrador, seguía en
proceso de redacción, una historia amplia intentando reflejar mi visión como
ser humano, mi filosofía y más relacionada con masas sociales en sus diferentes
expresiones, incluso en las formas de gobernar, las maneras de reflejar la
divinidad.
Todavía recuerdo aquella noche del 20 de
septiembre de 2012, la fecha de presentación del que sería mi primer libro,
alegría en mi corazón, por ver que salía a la luz pública un libro que no
estaba en mis planes en un inicio.
Un libro que encamina
emociones por senderos del sano sentir, de la pureza en su forma de expresar. Y
es éste el libro que estos últimos días despertó la nostalgia de aquella fecha
cuando se publicó. No imaginaba, jamás creí volver a ver un ejemplar de aquella
edición, aún más la segunda edición que se publicó cuatro años más tarde. Quedé
sorprendido al ver las dos ediciones, y en manos de la misma persona.
No sabía sí llorar de alegría, o
simplemente contener esa emoción por ver el primer fruto de mi talento
cultivado, el fruto de aquello para lo que había sido llamado en esta vida,
misión encomendada en aquellos años cuando sobrellevaba una situación
desfavorecida relacionada con mi salud.
Los ejemplares de aquellas ediciones,
hoy regresan a mis manos, seguro los cuidaré como se cuida un tesoro, una perla
en su más puro resplandecer. Aquellos ejemplares que estoy seguro seguirán
siendo luz para continuar con el recorrido en senderos literarios. Si a la
fecha no tengo ni un ejemplar para mis lectores, espero publicar hasta medio
año, la tercera edición que ya está lista y, con cuya publicación seguir
sembrando sentimientos puros en el ser humano actual.
Es la alegría que expreso, hasta hoy
cuando me miro a mí mismo y me veo fijo no solo con esos dos libros al inicio
pensado, sino, más nueve, todos bajo mi propio sello editorial, además de otras publicaciones en antologías y gacetas
digitales.
Por todo esto es mi gratitud infinita no
solo con quienes me apoyan, sino con el Divino, el hacedor de todas las cosas
que mis manos palpan. Seguiré hasta donde las fuerzas me acompañen, hasta donde
mis dedos expresen ya no poder más. Es un don maravilloso, una misión sublime
para el sano vivir y convivir humano.
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