Impredecibilidad e imprevisibilidad marcaron la institucionalidad en la ciudad de El Alto
Johnny Fernández Rojas
Periodista e historiador alteño
Hace exactamente 40 años, el 6 de marzo de 1985, la Ciudad de El Alto, se
incorporó jurídica y legalmente al escenario boliviano.
Al principio, anodina y sin mayor repercusión en el quehacer regional, y mucho menos en el nacional. Su población, rozaba el 15% de los que cuenta en la actualidad, y aún no asumía, el nuevo rol que le correspondiera desempeñar. Cuatro meses de ese su nacimiento formal, ya acudió a las ánforas para nominar constitucionalmente, a sus primeras autoridades municipales, y después de otros 4, ellas iniciarían plenamente sus funciones que la ley les franqueaba.
Era de suponer, en la etapa de su nacimiento, las adversidades las acecharon
y los percances se imponían. La cultura municipal a gatas, su predio municipal
construido para un cine teatro, y no para una administración edil, a ello se
sumaron: la exigua disponibilidad económica, prácticamente, sólo saldos económicos
de “caja chica”, asignada por la comuna paceña; 4 ítemes propios de la alcaldía
alteña y unos 60 funcionarios, castigados, gendarmes prestados y otros con
pasantía temporal, lógicamente, dependientes de la Alcaldía de La Paz; 4
munícipes, por la categoría de política de cantón, le correspondió esa cantidad
y ese denominativo; dos vehículos estropeados y con marcadas deficiencias
técnicas y un teléfono analógico, inclusive, recordó Juan Polo Maguiña, primer
alcalde constitucional de esa urbe, que su antecesor Juan Justiniano Morales, nominado
por la Federación de Juntas Vecinales de El Alto, ni siquiera le entregó las
oficinas, es decir, que este novel representante edil, se encargó a colocar,
los cimientos de la construcción de esta urbe.
40 años después, el Gobierno Autónomo Municipal de El Alto, dispone de un
personal que bordea los 5 mil funcionarios, un campo automotor aproximado de
300 motorizados, un presupuesto que linda los 1.300 mil millones de bolivianos,
aunque una década antes, superaron los dos mil millones; un inmueble imponente en
su estructura, con diseño moderno, espacialmente amplio y asentada en más 35
mil metros cuadrados.
Según los adelantos informativos del Censo Nacional de Población y Vivienda
de hace casi un año, su población actual se aproxima, a los 900 mil habitantes.
Muchos
pueblos, demoraron hasta siglos, para contar con lo que actualmente detentan, mientras
la población de la Ciudad de El Alto, en el lapso citado, consiguió competir, abiertamente
con los municipios más prominentes del país. Se escucha con frecuencia, que
pretende inclusive, asumir la vocería del país, particularmente, del ámbito
político, y por sus raudos antecedentes, seguramente, lo alcanzará, sin embargo,
en el tema de la cantidad demográfica, y el peso del impacto económico, sólo el
municipio de Santa Cruz de la Sierra, le hace un alto.
Las
ganas están dadas, las condiciones también, y en poco tiempo más, con la
inminente adjudicación de la administración de la Región Metropolitana, la
reconfiguración del escenario nacional, tenderá a ser irreversible y la
incursión de la ciudad de El Alto, a sitiales preferenciales, asirá un evidente
hecho.
La
Ciudad de El Alto, exalta conscientemente su fuerza colectiva, concebida como
su indiscutible fortaleza social, apuntalando el propósito de generar las
condiciones mínimas para gozar de un hábitat, acorde a las prerrogativas exigidos,
a los ciudadanos del Siglo XXI
Toda
la apresurada trayectoria atravesada, podría ser sintetizada en una temprana
infancia, una aventajada juventud y una prematura adultez, variables que
podrían explicar, el particular proceso evolutivo de esta urbe, donde la impredecibilidad
y la imprevisibilidad, al parecer, fusionaron “armónicamente”, por lo menos, en
estas 4 décadas iniciales. Salud Ciudad de El Alto.
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