Re-adecuación de la enseñanza en tiempos de pandemia
Tan pronto inició esta
lucha hace casi dos años, también las escuelas, colegios y Centros de Enseñanza
Superior tuvieron que cerrar sus puertas, mandando a los estudiantes a sus casas,
para que puedan protegerse de las acechanzas de aquel gigante invisible. Un
buen tiempo, las lecciones a aprender, entraron en pausa, claro que por
disposición de las autoridades nacionales de aquel entonces, que no podían
hacer otra cosa mejor.
Con el paso del
tiempo, es cuando se buscó incursionar, aplicando nuevos mecanismos de
enseñanza, tratando de ir sujetos con la tecnología, específicamente el
celular; de esta manera abriéndose a nuevas formas de aprender, esta vez desde
casa, con el maestro en línea, bajo la consigna de: “CLASES VIRTUALES”; desde
ese momento aquel término se hizo popular, pegándose al lenguaje de chicos y
grandes, de hombres y mujeres.
Y desde ese
momento también era prohibido no tener celular, porque si así fuera, el
estudiante perdía la clase, con falta automática en registro y, si seguía faltando,
hasta podía perder el año, con un “RETENIDO” en grande en su libreta. De ese
modo es que los padres de familia salían en busca de aquel instrumento
tecnológico, para que sus hijos puedan continuar con el avance en su
aprendizaje.
Aunque paralelo a
aquella nueva modalidad de enseñanza, también surgió un conflicto; el tener en
mano aquel instrumento tecnológico no era suficiente, para que funcionara como
es debido, tenía que estar conectado a la Internet. Era, y aún es esa la
debilidad que hasta el día de hoy se arrastra, cuyo conflicto que las entidades
correspondientes de Estado están buscando subsanar de alguna u otra forma.
Muchos seguro
recordamos que en tiempos anteriores cuando aquel instrumento tecnológico
todavía no era tan moderno y, nosotros éramos estudiantes de secundaria, se nos
prohibía poseer uno, y aún con más rigor en el colegio. ¡Grave de aquél que era
descubierto en posición de uno!, se le decomisaba y tenía que ir al plantón en una
esquina, dentro la Dirección. Y si volvía a incurrir, todavía más duro el
castigo, haciendo citar a sus padres e, incluso expulsión temporal.
De ahí aquí, cómo
han cambiado las cosas, ahora como que la situación es al revés. Por lo cual
debemos preguntarnos: ¿Pudimos mejorar en cuestión de comunicación? ¿O estamos
lo mismo o peor que antes estos masivos adelantos tecnológicos de comunicación?
¿Qué lecciones más nos va dejando estas transformaciones que no paran de
detenerse? Detengámonos a reflexionar un poco, tratemos de rescatar todo lo
bueno de estos avances; y más en estos tiempos de batalla en el que nos
encontramos contra ese gigante invisible.
Es la nueva
realidad y debemos adaptarnos como debe ser. Así como se adaptó la nueva
modalidad de enseñanza en las casas de estudios primarios, secundarios y
superiores. Simplemente porque así debe ser. Si no estábamos previstos de que
esto iba a ser así, es ahora que debemos aprender la lección, reeducarnos con nuevas
formas de interacción en la familia y sociedad. Solo así podremos ser vencedores
de esta batalla que todavía es dura, pero no imposible de ser victoriosos ante
ella. Ya alguien decía que: “somos seres humanos que nunca terminaremos de aprender".
Quién sabe si de muertos nuestras almas, siguen aprendiendo lo desconocido en
el más allá.
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