Cartagena Chacón
ACENTÚA SUS “BASTONAZOS DE CIEGO” AL DESARROLLO DE QUILLACOLLO
Periodista y gestor cultural
La tristemente célebre gestión de
Héctor Cartagena Chacón, arremete y con saña, los “bastonazos de ciego”, al
angustiante "desarrollo” del municipio de Quillacollo.
En ese desesperado y abatido proceso
municipal, se distingue abiertamente la improvisación técnica en las
remodelaciones y refacciones a las obras antiguas, porque las nuevas y las
prometidas hace casi 5 años, quedaron simplemente, en demagógicos anuncios.
Una administración municipal responsable, madura y seria, que vela el desarrollo integral de su territorio, asume necesariamente el componente planificación. Planificación entendida como un proceso sistemático en el que se establece una necesidad, luego se desarrolla la mejor manera de enfrentarse, la adopción de una estrategia, que permite identificar las prioridades y la determinación de sus principios funcionales.
Seguramente, ese marco conceptual, permitió ensayar el “Plan Territorial
de Desarrollo Integral para Vivir Bien del Municipio de Quillacollo 2021-2025”,
cuyos gestores con mucha probabilidad, lo encararon esperanzados en que
serviría de algún modo, para garantizar a mediano plazo, un futuro habitable
para los quillacolleños, pero hasta la fecha, ni siquiera se lo conoce,
inclusive el personal técnico superior de la Alcaldía, no se enteró de esta existencia,
peor aún la población, y por ese nefasto
antecedente, el instrumento técnico tiende a quedarse, ahí nomas, como en
otrora.
Y ante la no vigencia de esa imprescindible herramienta, se impuso una
desesperada y envolvente improvisación en materia de obras, traducidas en los
anacrónicos programas operativos anuales, que alimentan y garantizan la
reprochable improvisación, al que las autoridades y las OTBs, se entusiasman en
promoverlo. Al final, esos eventuales “parches y maquillajes”, sólo desafían y
desvirtúan a una imprescindible planificación.
Hace cerca a la media década, el
candidato Cartagena Chacón, con desmedido alborozo en la etapa preelectoral
pregonó, si llegara a asumir la administración de la alcaldía, el municipio
contaría con un hospital de tercer nivel, tres mercados: uno en el norte, otro
en el centro y uno en el sur, una vía a desnivel en la Plaza Bolívar, la
Universidad Metropolitana, una empresa autónoma de desechos sólidos, etc. etc.,
anuncios precedidos y de manera insistente por el slogan “hechos y no
palabras”.
Después de casi 5 años, y en todo
ese lapso, ninguna de ellas mereció siquiera el colocado de una piedra, y la
frase que pretendió caracterizarlo, fue vilipendiada e invertida con marcada
pasión, a: “Palabras y no hechos”.
Asimismo, el postulante edil, enfatizó
que administraría con el mejor talento humano que cuente el municipio. Pero,
hasta en ello, se improvisó. Cotidianamente se advierte en el interior del
edificio municipal, pulular a allegados, familiares del alcalde y hasta
rústicos adulones.
Todo ello, confluye en la
ineficacia y obviamente la ineficiencia administrativa municipal. Muestras de
la improvisación y la falta de tino técnico son las observadas, y desde hace
mucho tiempo, en las vías céntricas y las colaterales a estas: Av. Suarez
Miranda, Av. Waldo Ballivián, Av. Santa Cruz, Av. Ernesto Cespedes y una
infinidad de arterias, al que los
vecinos, comerciantes y transportistas, no alcanzan a comprender, como se encargan
esos proyectos, sin contar con la garantía, ni siquiera de medio año de duración,
lógicamente, ellas generan molestias, preocupación y censuras a los municipales.
La improvisación no existe cuando
se actúa con seriedad, madurez, responsabilidad y con propiedad; variables
alejadas, y talvez desconocidas por el actual quehacer municipal
Si la improvisación como pretexto
campea con notoria solvencia; en otras, como la terminal de buses, el mercado
“27 de Mayo”, el museo arqueológico, el mismo teatro municipal, el matadero y
otros, fueron deliberadamente abandonadas, las que claman atención para prestar
sus servicios, porque para ellos fueron construidos o semi concluidos, esa
luctuosa situación de estos inmuebles, y por el comportamiento de los ediles, podrían
ser tipificados de evidente y manifiesta impotencia e incapacidad municipal.
Seguramente, los que confiaron o
apostaron, hace 5 años por este funcionario, a la fecha, deben sentirse
decepcionados, defraudados y hasta inermes, porque volvieron a equivocarse en
la elección, de estas autoridades municipales.
Este trágico estado de situación
en que se encuentra el desarrollo de Quillacollo, no sólo lo protagoniza Cartagena
Chacón, sino sus cómplices directos: los miembros del Concejo Municipal.
Los concejales en más de 4 años
de gestión, con mucha probabilidad, no anotaron ni siquiera una letra para la
Carta Orgánica Municipal, cuya elaboración era y es su principal función,
instrumento legal y técnico, que precisamente representa, el marco legal para
facilitar el desarrollo integral de Quillacollo.
Es más, no se cuentan con los
ordenamientos para el desarrollo económico, cultural, social y hasta deportivo.
Mandamientos que se encuentran en sus propios reglamentos, los que son desoídos
por ellos mismos. La norma señala que estas omisiones, son proclives a las sanciones
administrativas y hasta penales. La justicia tarda, pero llega.
Inclusive relegaron sus labores
fiscalizadoras. Si realmente se sujetarían a los instructivos jurídicos para estas
específicas labores, sus acciones se traducirían en contundentes procesos
interpelativos, y hasta la suspensión de sus funciones al alcalde Héctor
Cartagena, por la inercia, negligencia y burla, a los concejales y a la misma
población.
Si los concejales, actuarían
sujetos fielmente a sus prerrogativas, entre otros, se hubiesen evitado las
recurrentes refacciones y remodelaciones de las obras que le entusiasman al alcalde.
Pero, la desidia y la contemplación de los miembros del Ente Deliberante,
asumieron hegemonía y hasta característica, en esta casi media década de inacción
y comportamiento parasitario.
Finalmente, en los 10 meses que
le restan a Héctor Cartagena Chacón, al frente de la Alcaldía de Quillacollo, y
por los antecedentes demostrados, se presume que sus acciones seguirán concentradas
en las simples reparaciones y anodinos ensayos, practicas, que representan
castigos a la población, y principalmente a los que confirieron su voto a esta
autoridad.
Una opción, aunque tardía, sería
un cambio de autoridad. Si ello ocurriese, se evitaría las descargas de los
“bastonazos de ciego” que el alcalde Cartagena Chacón, le propina y con saña al
desarrollo de Quillacollo.
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