Festividad de Urkupiña: 15 de agosto y punto
Johnny Fernández Rojas
Periodista y
gestor cultural
Aún no se tienen certezas, acerca del origen de la realización de la
“Fiesta de la Mamita Asunta” o también la: “Fiesta del 15”, que así se lo
conocía en el pasado. Contemporáneamente, cambio su razón social, sustentada en
la Leyenda “Aparición de la Virgen”. Actualmente, se la tiene como: Fiesta de
Urkupiña”.
Pese a los cambios de denominativos, la celebración siempre ocurría cada 15 de agosto (ni antes, ni después), inclusive en circunstancias de adversidades nacionales, como fueron las contiendas bélicas: la Guerra del Pacífico, la Guerra del Chaco; además de los conflictos sociales contemporáneos: la Guerra del Agua, la pandemia del COVID 19 y otros. Eventos que sacudieron las estructuras medulares del país, pero la evocación a la Virgen de Urkupiña, quedó incólume e invulnerable, es decir, siguió adelante.
Obviamente, la pregunta arremete: ¿por qué se dio la fiesta?; llanamente porque,
ahora, ayer y siempre, será y es un acontecimiento eminentemente religioso, por
tanto, reduce o neutraliza cualquier otro vestigio, que tantee su alteración.
Indicios con tintes de evidencias, dan fe que, el 15 de agosto de1760, registró
su ocurrencia (que no fue la primera), es decir, que la celebración anual, como
una manifestación religiosa, dataría de esa ocasión o mucho más antes. Si se
toma como referencia preliminar esa fecha, la festividad se aproximaría a su
tricentenario, y de manera ininterrumpida.
Conviene señalar también, hasta principios de la década de los años 50 del
siglo anterior, la fiesta de la Mamita de Asunta, se realizaba esencialmente
con presencia de pobladores, que asistían de las alturas de la cordillera, y de
otros sitios remotos.
Significó que, los primeros feligreses y devotos del suceso religioso del
15 de agosto, fueron los comunarios de las serranías, y muy poca presencia social
urbana quillacolleña, para este acontecimiento piadoso.
Ellos, llegaban y se concentraban, frente al Atrio del Templo de San
Ildefonso el 14 en la noche, y con fogatas encendidas, rendían sus pleitesías y
reverencias a la figura celestial, al siguiente día, aguardaban la Misa de
Fiesta, y la respectiva Procesión. La presencia nativa se enmarcaba en los
preceptos religiosos. Una vez concluida las ceremonias, y al son de sus
instrumentos musicales y canticos, emprendían su retorno, y así sucesivamente
ocurría a través de los años, y a través de los siglos, en cuyo desarrollo
piadoso, no se advertían atisbos de objeciones.
Se debe poner de relieve que este evento por su naturaleza y
características intrínsecas devocionales y místicos, es esencialmente religiosa,
por ello, siempre, pero siempre se realizó en la fecha oficial, el 15 de agosto.
No obstante, los hechos o circunstancias colaterales que acecharon su
ocurrencia, la Fiesta de la Virgen de Urkupiña, se sobrepuso a esas
eventualidades y vacilaciones.
A mediados del anterior siglo, se advirtió algunos cambios. La aparición de
agrupaciones folklóricas, que se las conoció como fraternidades y junto a ellos,
una tímida presencia de comerciantes.
La evolución acelerada, dejó de lado las prácticas del pasado “autóctono” y,
no obstante, esas nuevas características asumidas, la fecha siempre fue
inamovible, es decir, el 15 de agosto.
Probablemente, la mayor contingencia que puso en duda, su realización en la
tradicional fecha, fueron los años 2020 y 2021, atribuido al flagelo mundial de
la pandemia del Covid 19, sin embargo, y en atención a su origen y naturaleza religiosa,
la festividad se realizó en las fechas centenarias, o sea el 15 de agosto,
aunque en estas ocasiones, se prescindió de los bailarines y de los
comerciantes. Es decir que, en esas dos versiones, retomó su auténtica expresión
religiosa, y que se impuso con solvente autoridad
Esa nueva “manifestación”, evidenció que la presencia de estos dos factores
(bailarines y comerciantes), no son imprescindibles, para la realización de la
fiesta del 15 de agosto.
A la fecha, el acontecimiento político anunciado para un par de días
posterior al 15 (elecciones nacionales), no debe ser objeción. Las prácticas
paganas, folkloristas, comerciantes y ahora políticas, no forman parte de la
“estructura” festiva religiosa, sólo son factores adscritos.
Consecuentemente, no hay justificaciones válidas y contundentes para
modificar la fecha, por tanto, tendría que repetirse, como se hizo también ante
los azotes sanitarios citados.
CAMBIO DE FECHA, NO
Se presume que, los acuerdos antitradicionales y al margen a los que manda
el santoral, los encargados de la organización de la Festividad de Urkupiña,
relegaron esta intrínseca peculiaridad, y se dejaron cautivar por esos factores
(principalmente comerciales), que obviamente, y cada vez más, tienden a
desvirtuar la manifestación religiosa.
Un testigo presencial y participante de muy cerca de la Festividad, y desde
hace más de 7 décadas, reveló que esa fecha siempre se respetó, y no hubo
argumento alguno, por muy contundente que sea, para modificarlo.
De la infecunda y estéril Comisión Interinstitucional; responsable de la
preparación festiva, se destaca el cuestionado actuar del “Equipo Sacerdotal”
de Quillacollo, de cuyo rol se colige, que dejaron al libre albedrío de los
otros eventuales componentes de esa Comisión, la imposición de sus particulares
propósitos, en lugar de hacer prevalecer a ultranza el carácter festivo, se
reitera eminentemente, religioso
Probablemente, los representantes de la iglesia local, se hayan alineado
también, al criterio mercantil que avizora la festividad, por corrientes que
“utilizan” la imagen celestial, para sus propios intereses.
La Comisión Interinstitucional, por su actuar en más de 20 años, concibe a
la Festividad de Urkupiña, como un “enorme preste”, y en ella acentúan su
interés principal: los beneficios económicos que acarrea, por lo que, de manera
recurrente, relegan su real representación de la celebración.
La Festividad de Urkupiña, ya no es la fiesta del “15”; es un fenómeno
social que rebasó nuestras fronteras. A la fecha, es la única muestra religiosa
boliviana, que de manera simultánea se reproduce en infinidad de ciudades y
países del mundo. Su magnitud y su arrollador carácter envolvente, no encuentran
espacios de comprensión en los miembros de la citada Comisión, de quienes se
entienden sus manifiestas limitaciones, pero no se justifican sus acciones
El “Equipo Sacerdotal”, al parecer no asumió plenamente el mandato institucional
en esta Festividad. Se tiene certezas, inclusive, de un alejamiento notorio de
su labor pastoral en el municipio local, y ante esta inercia, las corrientes
protestantes, exploran y explotan los contextos apropiados, y aprovecharlos
óptimamente.
Resultaría saludable que el Arzobispado de Cochabamba, asuma un menudo
monitoreo a las labores pastorales del “Equipo Sacerdotal” de Quillacollo, y
talvez, proceder a un giro, inclusive de orden religiosa. Una remoción siempre
es beneficioso y saludable.
De procederse el reemplazo, con seguridad, la fe, la devoción y una fiel feligresía local y regional, fortalecería y renovaría su “relación” con la Iglesia y con la Virgen, que con urgencia se requiere en estos tiempos de crisis sociales y económicas, y hasta de espiritualidades.
Concretamente, urge una reingeniería a la labor pastoral del “equipo
sacerdotal” de Quillacollo, con ello, se conseguiría la restitución de la real
esencia religiosa de la fiesta del 15 de agosto. Los otros factores
colaterales, seguirían con sus prácticas, pero dentro los marcos establecidos
por la Iglesia Católica, además reforzada, por la Ley de la República Nº 2536, del 24 de octubre de 2003, que recogió
ese su propósito central: “preservar las tradiciones, costumbres… y el espíritu
religioso”.
La Fiesta de Urkupiña” del 15 de agosto, tiene que ser el 15 de agosto, no antes ni después, punto.
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